miércoles, 7 de octubre de 2009

Pitito Mota




 
“La simpatía y el respeto son  atributos del ser humano que cuando se dan juntos crean una personalidad que la hace acreedora de estimación y cariño. Tal lo acontecido con este personaje: Pitito Mota. Nació en el viejo y querido Barrio Sur, donde actualmente funciona Colonia Rock.
Haciendo una comparación con lo demás chicos de su generación, mostró una faceta algo distinto con respecto al comportamiento con las personas mayores, con lo cual ganó un espacio digno de mención.
Su padre, militar y  posteriormente mozo de cordel, le inculco la honestidad y la contracción al trabajo pues luego de tareas escolares observaba a su tío “Solcito” en las labores de la peluquería. Esta persona de afable carácter era el peluquero del Batallón de Infantería Nº 4 de esta ciudad y, luego de esos honorarios atendía es su casa prácticamente a todos los vecinos del barrio. De él aprendió esta profesión que abrió la posibilidad algo más adelante de obtener el sustento familiar.
A mediados de los años setenta protagonizó u verdadero suceso con su llamativo casamiento al mejor estilo hippie.
Ubicado junto a su esposa en un auto antiguo abierto, saludaba a todos los habitantes  de la ciudad que acudían a verlo pasar.
Mayor de edad no mostró interés en el ejercicio y tras algunos intentos de instalación  de su propia peluquería, probo suerte a bordo de un pesquero coreano, en calidad de tripulante y de esa manera conoció las furias y los peligros de los océanos tales como tiburones, a los que coreaban ahuyentaban por el  prejuicio que representaban para la pesca y a los que  en su  idioma llamaban: “gogui” […] Cuando dio termino a sus andanzas marinas, algunos de nosotros pensamos que las duras faenas, el estrechó límite de movimientos, el ambiente humano propenso a tensiones derivadas de la lejanía de la familia pudieran haberle afectado su carácter. Pero nos equivocamos y, de regreso a su querida Colonia, alternó  nuevamente sus labores de peluquero, pero la calle y, especialmente todo lo referente al río le causaban gran atracción, tanto los veleros como el vapor de la carrera a Buenos Aires en los que dejó incontables amigos.
Muy inteligentemente, aprendió inglés, lo suficiente como para el entendimiento y, además, algo de coreano. De este modo pasó sus últimos años en los que mostraba interés en todo lo relativo al turismo de su viejo barrio…
Pero, así como el mar guarda celosamente sus secretos, Pitito, el muchacho alegre, bonachón, en apariencia feliz, posiblemente tendría escondido un gran secreto que no contó a nadie y, un día que no queremos saber, tomo la trágica determinación de eliminarse dejándonos con la más amarga de las dudas. […]
Existen frases hechas, ya gastadas en las placas y en las lápidas: “No te olvidaremos..etc., etc., Pero Colonia y, en especial el Barrio Sur de tus grandes y viejos amigos […]”
                                                            
                                                                    "Estampas Colonienses" diciembre 2004, Nº 51

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